Un concepto de la teoría Junguiana que me llama poderosamente la atención es el de “sombra” Jung postulaba que todo ser humano tiene una parte de él que está profundamente reprimida, por miedo al qué dirán, por ir en contra de otros principios más presentes en nuestra vida, porque se nos hace incómodo pensar en ella y decidimos ignorarla… Jung Creía que un modo de alcanzar el bienestar personal es “conquistar” esa sombra. En muchas ocasiones, tras el derribo que supone un duro golpe, la reconstrucción deja un resultado mejor al inicial.
Para alguien que nunca ha sufrido violencia (física o verbal) seguir sin sufrirla o no ejercerla son escenarios que se dan por supuestos. Para alguien que ha crecido en un ambiente violento, ser capaz de crear un espacio seguro para sí mismo y para las personas que tiene a su alrededor, es una victoria hermosa que merece ser celebrada.
A veces, el camino “normal” es difícil de alcanzar. A veces, no gritar, no insultar, escuchar con tranquilidad… parecen difíciles de conseguir. Y te machacas. Te preguntas por qué reaccionas como lo haces, qué hay mal en ti. No quieres pensarlo mucho, te hace daño. Pero sentir que se lo estás transmitiendo a otros…
Desde luego, no hace falta sufrir ningún proceso terrible para disfrutar la vida, pero la gente que sí pasa por uno y lo supera, se descubre a sí misma disfrutando de detalles que en otros momentos ni se habrían planteado; creando y saboreando la cotidianidad y volviéndose guías de su propio camino de forma más consciente que antes del proceso…
Las tornas han cambiado. Ahora tienes tú el timón. Ahora puedes decidir romper el bucle. Ahora puedes conquistar tu sombra.